Gustavo Córdoba

Gustavo Córdoba: “Es prácticamente imposible que la política se sustraiga a los temas de género”

A menos de un año de las elecciones generales de 2019, y sin la oferta electoral definida, ¿qué pueden decirnos hoy las encuestas? Expectativas, proyecciones y danza de nombres configuran un escenario en el que los multiples reflejos de 2015 se hibridan con nuevos interrogantes.

Para conocer algunas respuestas y pensar nuevas preguntas Comunicación Pública entrevistó a los consultores más relevantes de la Argentina quienes reflexionan sobre los resultados de sus últimos estudios y encuestas.

En esta quinta entrega dialogamos con el Licenciado Gustavo Córdoba , Presidente de la consultora Córdoba & Asociados, especialista en investigación y comunicación política con más de 20 años de trayectoria y un importante liderazgo regional.

A un año de las elecciones y sin la oferta de candidatos definida, ¿qué considerás que puede realmente medirse hoy en términos electorales?

Las encuestas preelectorales tienen la finalidad de entender los contextos, antes que las posiciones, o lo numérico de la intención de voto. Básicamente un número fuera de contexto es solo eso: un número. Entonces, es el contexto lo que jerarquiza y ordena a la política, y si uno comprende el contexto, posiblemente, tenga más herramientas para manejarse en la maniobra preelectoral, y en la maniobra electoral misma.

Para dar cuenta de esto, por ejemplo, en mayo de 2017, en el Congreso Internacional de Comunicación Política que se hizo en la UCA, nosotros dijimos que Cambiemos ganaba las legislativas de octubre por una amplia diferencia por la presencia de un voto ideológico. Todos nos miraban y nos decían: “ojo, Macri está mal, la economía está mal”, y nosotros, sin desconocer eso, planteamos que el nivel de credibilidad del gobierno era alto, y la presencia de Cristina distorsionaba tanto los escenarios, que era previsible que el gobierno vuelva a utilizar la herramienta del voto anti Cristina como una manera de consolidar la cuestión ideológica. Esa es una forma de entender los contextos.

¿En este marco qué nos podés contar del último sondeo que han realizado?

Desde que asumió Macri nosotros hacemos una sistemática nacional mensual, sobre 1200 casos, con la modalidad IVR. La última la terminamos el 21 de diciembre.

A grandes rasgos en ese estudio hemos podido detectar tres grandes situaciones: Primero, que Macri está en su peor momento en términos de aprobación de gestión, casi con un 60% de rechazo y apenas un 30% de aprobación. En segundo lugar, cierto grado de escepticismo y desilusión del votante argentino, porque frente a la pregunta sobre si estaban dispuestos a votar una opción que no fuera ni Macri ni Cristina, casi la mitad de los que respondieron dijeron que sí. Esto marca un grave problema en la oferta política, y no tanto en la demanda, porque la sociedad está demandando otros perfiles, otras candidaturas, y la política no le está ofreciendo lo que la ciudadanía está dispuesta a votar, por eso los niveles de desilusión se están incrementando, lo que puede generar un problema sobre todo en el contexto electoral de 2019.

El tercer elemento, que me parece realmente extraordinario, es la repolarización del escenario electoral a partir de los errores estratégicos cometidos por los peronistas alternativos, federales, republicanos: Massa ha incrementado su imagen negativa, Urtubey necesita centralidad en medios porteños, aunque te diría es el dirigente al cual más apoyarían los mandatarios de la liga de gobernadores, y tiene potencialmente mucho para crecer. Lo único que rompe este escenario es las fugas o las pérdidas electorales que puede tener Macri a izquierda o derecha del electorado.

En relación a este último punto medimos dos escenarios de primera vuelta, en uno fuimos con Massa y en otro con Urtubey como hipotéticos candidatos de un peronismo alternativo, pero también agregamos al economista Espert, al diputado Olmedo, y a Ricardo Alfonsín, como precandidatos a la presidencia.

En el escenario donde está Massa, Cristina le saca 8 puntos de ventaja a Macri, 38 a 30, y los tres candidatos sumados: Espert, Olmedo y Alfonsín suman 12 puntos. Con Urtubey, la diferencia a favor de Cristina se achica, 35 a 30, y lo que suman los otros tres candidatos son 11 puntos.

En este sentido, si uno analiza y conoce, Cristina, por el nivel de rechazo que tiene su figura, que es prácticamente el mismo que tiene Macri, debería apuntar a ganar en primera vuelta, y este escenario, con estos tres candidatos, la deja muy cerca en función de lo que establece la Constitución.

¿Entonces, ese techo del 35% que tenía Cristina, y del que se habló tanto se rompió?

Aquí, parafraseando, te puedo decir: “Macri lo hizo”, por la búsqueda tan desenfrenada de polarización con Cristina en que se embarcó, y pese a que la imagen negativa de Cristina ha subido por cuarto mes consecutivo.

Frente a ese fenómeno uno puede preguntarse cómo puede ser que tenga intención de voto, al mismo tiempo que aumenta su imagen negativa, y esto es porque hasta hoy nadie le ha cuestionado su baluarte electoral que es la provincia de Buenos Aires. En tanto Cristina siga teniendo sus reales asentados en la provincia es la dirigente opositora a Macri de mayor volumen político electoral. Por lo tanto, los desencantados, los que quieren darle a Macri un voto castigo, a la única dirigente que tienen como visible es a Cristina, sin importarles tanto su situación judicial, ni la valoración de su gestión. Un fenómeno digno de entender porque vamos a un escenario donde vamos a volver a elegir al menos malo, o en rechazo del otro.

En este contexto, debemos tener en cuenta algunos elementos de referencia, por ejemplo, a mayor movilización electoral las chances de Cambiemos aumentan. En 2015 en las PASO votó el 75%,, si se hubiera mantenido ese nivel en la general, Scioli hubiera ganado en primera vuelta, pero tuvimos un incremento de la participación de 10 puntos, finalmente votó el 85%, casi 3 millones de votantes más, de los cuales casi 2 millones fueron a Macri, y sobre todo de tres provincias Córdoba, CABA y provincia de Buenos Aires.

Luego, en la edición legislativa de 2017, se repitió el fenómeno, con una participación del 84%, inédita para este tipo de elección, y se incorporaron otras provincias como Salta, La Rioja, donde se dieron triunfos que nadie tenía en su radar, o Córdoba, donde Cambiemos con Baldassi, que era un mal candidato, incrementó de 16 a 18 su diferencia final contra Martín Llaryora.

¿Crees que esto puede repetirse?

En principio creo que el gobierno ha tenido un gran acierto en el manejo de las opiniones ideológicas, ha logrado, por ejemplo, instalar un concepto de mediano plazo como es el tema seguridad, que para una gran mayoría de votantes propios es un valor muy primario. No te digo para aquel que está renegando para llegar a fin de mes, o para comer, sino la clase media alta, que me parece se siente identificada cuando el gobierno habla de eso.

También, en un momento de mucho descrédito de la política ha tenido la inteligencia de lograr que la gente no lo identifique con el resto de la política, más allá de que Cambiemos como marca política no tiene hoy el prestigio de 2015. Otro acierto es lograr una ruptura con el pasado, en línea con adjudicarle al gobierno anterior los males del presente.

El problema es que pese a eso, ha desilusionado y perdido credibilidad en gran parte de su base electoral, por lo tanto recrear el clima ideológico de la elección del año 2017 es muy problemático, porque depende de tres cuestiones: primero recuperar la confianza, que es muy difícil de restablecer por la mala praxis política sobre todo; segundo, lograr coherencia entre los tiempos electorales y los económicos, que coincida una recuperación con el escenario de primera vuelta, y finalmente, que ese rebote económico sea lo suficientemente fuerte como para que derrame de manera significativa en los segmentos más proclives a votar a Cambiemos, por ejemplo, jubilados. Tres cuestiones complejas, que es difícil que además coincidan.

¿Y cómo ves el tema de los desdoblamientos que hoy se están barajando?

Creo que es un tema donde se puede ver la inocencia política que tiene el gobierno, porque una mirada hacia adentro de su propio espacio indica que ese populismo electoral, ese acomodar las leyes a sus intereses electorales, no sería tan bien visto en su propia base o núcleo duro de votantes, y segundo, si el desdoblamiento incluyese, además de los intendentes, la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, yo te diría que todavía no he visto un tren que funcione sin locomotora.

Finalmente, si el desdoblamiento es para restarle votos a Cristina, yo te diría que hoy Cristina tiene apoyo directo de los votantes del conurbano, y que los intendentes, vayan o no vayan con ella en la misma elección, igual tendrán que sentarse a negociar con ella.

Al inicio hablabas de la demanda de renovación que hay en la sociedad, ¿crees que todavía hay tiempo para que surjan nuevos liderazgos?

Siempre, porque además el voto castigo resuelve muchas cosas, y porque la sociedad cambió, todo cambió, menos la política.

La que tiene que ajustarse a la realidad es la política, por ejemplo, es prácticamente imposible que la política se sustraiga a los temas de género, creo que hasta los reclutadores de candidatos van a tener como una de las principales preguntas a los posibles candidatos y candidatas, qué opinan del aborto , de la violencia de género, etc; también creo que el lema “No sin ellas” va a tener un rol preponderante en la campaña, porque venimos muy retrasados en la incorporación de la mujer, y los partidos que enfoquen las campañas desde la perspectiva de género van a tener campañas más impactantes y más completas.

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