Luciano Galup: “Las fake news buscan reforzar las opiniones de quienes ya tienen su voto definido”
Desde hace más de 5 años, aunque especialmente a partir de diferentes acontecimientos ocurridos durante la campaña electoral para las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2016, las fake news se han convertido en un tópico reiterado de cada campaña electoral alrededor del mundo, y un tema de preocupación por su capacidad de amenazar el debate democrático.
Para comprender el fenómeno, su conceptualización, magnitud y novedad, Comunicación Pública entrevistó a los principales académicos expertos en estos temas.
En esta tercera entrega dialogamos con Luciano Galup, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, director de la agencia Menta Comunicación, y especialista en medios sociales, comunicación política y análisis de datos.
¿Cuál es el concepto de fake news del que partís para analizar el fenómeno?
Partiendo de que es un concepto bastante difícil de definir por sus bordes difusos, en principio las defino como aquellas noticias que deliberadamente alteran los hechos.
Los bordes difusos se relacionan con que muchas veces las opiniones pueden presentarse como fake news, un camino usualmente utilizado para desacreditar la opinión, y atentar contra la libertad de expresión, como hace Donald Trump, pero también como sucedió con Facebook y Chequeado en Argentina que marcaron como fake news una interpretación sobre lo que iba a pasar en nuestro país a partir de un documento emitido por el FMI. La publicación era una opinión, una interpretación de lo que iba a pasar, que, obviamente, podía pasar o no, pero expresar una opinión sobre el contenido de un documento no es una noticia falsa.
Luego, también es importante entender que no es lo mismo una fake news que se genera en un sitio de internet sin autoridad, sin jerarquía, que una que se genera en varios sitios, o es presentada por un medio de comunicación con autoridad y jerarquía en la red y en la esfera pública. Entonces, tenemos límites difusos en la definición, y también diferentes niveles de intensidades alrededor del concepto.
En relación a esas intensidades ¿crees que las fake news pueden realmente cambiar el resultado de una elección?
Yo entiendo que no, salvo que se conviertan en un relato, un relato falso alrededor de determinada persona o hecho. Es difícil, pero podría suceder, que haya un sistema de medios, de distribución de la información que consolida una idea falsa en relación a alguien, y termina influyendo de manera decisiva en la opción de los votantes, pero eso no sería una fake news sino un dispositivo montado, una estrategia.
Por otra parte, creo que tampoco ese es el objetivo de las fake news, que antes que convencer o cambiar la opinión de las personas en realidad lo que buscan es reforzar las opiniones de quienes ya tienen su voto definido.
Estudiar cómo circula la información y cómo se distribuye, es relativamente simple: hay métricas, se puede ver la cantidad de tweets, retweets, compartidos, se puede ver qué tan lejos llegó una noticia, y también a cuántas personas.
Ahora bien, saber qué efectos produce la información es mucho más difícil, porque requiere mucha más inversión, y la realización de estudios cualitativos. Yo puedo saber que determinada información tuvo 50 mil rts, pero no el efecto de su lectura. En ese marco, los pocos estudios que se han hecho en recepción muestran que quienes consumen información falsa son, en general, los núcleos más duros de votantes de los candidatos, y especialmente de los populismos de derecha o los extremismos, y que también son en su mayoría los convencidos los que las distribuyen. Entonces no es que Bolsonaro o Trump ganan por la difusión de información falsa, sino que se difunde información falsa porque Bolsonaro y Trump ganan.
Igualmente, terminan por lesionar el debate público
Exactamente porque el objetivo de la información falsa es lesionar el debate público y bloquear las estrategias del rival. En Brasil, por ejemplo, gran parte de la campaña del PT estuvo orientada a desmentir la información falsa que sembraba la gente de Bolsonaro, y gran parte de los discursos y las menciones del candidato a presidente del PT tuvieron que ver con denunciar a Whatsapp, llegando al punto de pedir en un tweet que los ciudadanos se desinstalen la aplicación, lo que demuestra hasta que punto las noticias falsas pueden bloquear psicológicamente al contrincante en el debate electoral.
¿Y cómo se soluciona este problema?
Yo entiendo que no hay soluciones inmediatas porque el límite entre encontrar soluciones y lesionar la libertad de expresión es muy finito, algo que se agrava si además se deja en manos de las empresas privadas la gestión de esas “soluciones”, pero también si lo hace el Estado, porque son plataformas globales, y cuando el estado regula lo hace a lo bruto, entonces por las dos vías el riesgo es llevarse puesto el derecho a expresarse.
Puede parecer engorroso, pero creo que hoy no hay soluciones inmediatas más allá de la autoadministración y auto preservación de las propias comunidades de usuarios.
¿En este marco cuáles son tus expectativas frente al impacto del fenómeno en la próxima campaña electoral?
Creo que vamos a tener una campaña donde va a haber información falsa circulando porque la experiencia global muestra que esto sucede, pero nuevamente, no creo que eso sea determinante.
Por otra parte, también me parece importante diferenciar dos universos: el de la cibermilitancia o militancia digital, que es legítimo y está bien, porque son ciudadanos participando políticamente en redes sociales, y no podemos confundir eso con los ejércitos de trolls.
Los ejércitos de trolls y las noticias falsas que se montan sobre ellos para distribuirse sin duda existen, que eso tenga efecto es difícil de comprobar, y poco probable. Ahora bien, la organización de estrategias de cibermilitancia es algo que cualquier espacio político debería desear tener, y que se puede desarrollar de manera transparente.